Lavando Conciencias
Realmente es difícil tratar de describir cuan grande puede llegar a ser el dolor de perderlo todo. Más aún si nunca se ha estado en una situación de tales características. Lo ocurrido estos últimos días en nuestro país, específicamente en la octava región no puede ni debe dejar indiferente a nadie.
El problema es que la ayuda recibida por nuestros compatriotas tras los aluviones, más que ayuda pareciera ser una burla. Nada, o casi nada es lo que se ha recolectado, y como si eso fuera poco, mucho de lo recibido más pareciera ser parte de la un apurada acción por deshacerse de lo que sirve.
Hay gente sin comer, congelados hasta los huesos, todos mojados y sin posibilidad de secarse porque el carbón y la leña están húmedos. Con los animales muertos, hectáreas de plantaciones sumergidas e inutilizables, los meses que se les deparan tampoco son muy alentadores. Y es que aunque no se hayan dado por enterados, fue una Catástrofe; 20 muertos, y otro tanto de desaparecidos, y aún así, nada o casi es lo que se ha recolectado.
La presidenta, después de una muy poco acertada visita a la zona, constató personalmente el desastre material mientras el cadáver de unos de los bomberos muertos por un derrumbe en Chiguayante pasaba cerca de ella y de los pobladores que le recriminaban la lentitud de las tareas de búsqueda de más cuerpos debido a su presencia, aunque personalmente creo que ese error es de los agentes de seguridad que por resguardarla aislaron el perímetro (a quién se le ocurriría atacar a alguien en esas circunstancias, mmm… muy bien pensado señores, bravo). Y no fue la única en cometer desaciertos, pues mis queridos amigos de ENDESA, por enésima vez no avisaron con tiempo a la ONEMI que abrirían las compuertas de la represa Ralco, con lo que no se pudo evacuar el sector del Alto Bío-Bío, agregando otro tanto más de damnificados a nuestra ya amplia lista.
Ahora bien, la razón para tanto desinterés en ayudar me intriga de sobremanera. Podría ser que la capacidad de asombro se va perdiendo con el tiempo cuando se esta expuesto en forma reiterativa a situaciones de este tipo. Porque sí, en Chile los desastres naturales y humanos son pan de cada día. Es parte de lo que somos como nación, esto de caer, levantarse, caer, y volver a ponerse de pié, aunque débiles y desorientados (pero así somos con o sin catástrofes :-).
O será que esto de la Solidaridad es más un eslogan que una característica nuestra. Nos llenamos la boca hablando de cuan bueno somos para cooperarle a nuestro prójimo cuando lo necesitan, sobre todo si estos “prójimos” se encuentran lo más lejos posible, de preferencia en otro continente; no sería más cuerdo empezar por casa, pero ¿que más vamos a pedirnos?
Ah, ya sé, debe ser que necesitamos cadena televisiva nacional. ¿Cómo no se me ocurrió antes? Necesitamos que la televisión nos muestre la realidad (o la parte que ellos quieren mostrarnos), como lo hacen durante la Teletón; restregarnos en la cara la miseria ajena funciona de maravillas. Más, ¿no creen que sería mejor ayudar por inventiva propia? Lamentablemente el gen altruista fue deleccionado del Homo chilensis.
Con todo esto, aún creo que tanta desidia es producto nada más ni nada menos que de la Flojera; pereza de levantar un dedo para no recibir nada a cambio. O ustedes creen que la mayoría de los empresarios cooperan por lo que ellos llaman “Sentido Social”. No, no, no, lo hacen para asegurarse minutos de publicidad gratis, que son bastante caros. Eso sí, debo hacer notar que existen excepciones, por ejemplo, todas aquellas corporaciones que de forma secreta hacen sus aportes, razón por la cual desconozco sus nombres, pero si existen, créanme ;-).
Seamos un poco como ellos, y aunque haga frío o “sueño” acudamos de forma desinteresada en ayuda de quienes hoy lo necesitan, porque recuerden, todos vivimos bajo este mismo nublado y caprichoso cielo, y nunca se sabe cuando este se dejará caer sobre nuestras cabezas.
El problema es que la ayuda recibida por nuestros compatriotas tras los aluviones, más que ayuda pareciera ser una burla. Nada, o casi nada es lo que se ha recolectado, y como si eso fuera poco, mucho de lo recibido más pareciera ser parte de la un apurada acción por deshacerse de lo que sirve.
Hay gente sin comer, congelados hasta los huesos, todos mojados y sin posibilidad de secarse porque el carbón y la leña están húmedos. Con los animales muertos, hectáreas de plantaciones sumergidas e inutilizables, los meses que se les deparan tampoco son muy alentadores. Y es que aunque no se hayan dado por enterados, fue una Catástrofe; 20 muertos, y otro tanto de desaparecidos, y aún así, nada o casi es lo que se ha recolectado.
La presidenta, después de una muy poco acertada visita a la zona, constató personalmente el desastre material mientras el cadáver de unos de los bomberos muertos por un derrumbe en Chiguayante pasaba cerca de ella y de los pobladores que le recriminaban la lentitud de las tareas de búsqueda de más cuerpos debido a su presencia, aunque personalmente creo que ese error es de los agentes de seguridad que por resguardarla aislaron el perímetro (a quién se le ocurriría atacar a alguien en esas circunstancias, mmm… muy bien pensado señores, bravo). Y no fue la única en cometer desaciertos, pues mis queridos amigos de ENDESA, por enésima vez no avisaron con tiempo a la ONEMI que abrirían las compuertas de la represa Ralco, con lo que no se pudo evacuar el sector del Alto Bío-Bío, agregando otro tanto más de damnificados a nuestra ya amplia lista.
Ahora bien, la razón para tanto desinterés en ayudar me intriga de sobremanera. Podría ser que la capacidad de asombro se va perdiendo con el tiempo cuando se esta expuesto en forma reiterativa a situaciones de este tipo. Porque sí, en Chile los desastres naturales y humanos son pan de cada día. Es parte de lo que somos como nación, esto de caer, levantarse, caer, y volver a ponerse de pié, aunque débiles y desorientados (pero así somos con o sin catástrofes :-).
O será que esto de la Solidaridad es más un eslogan que una característica nuestra. Nos llenamos la boca hablando de cuan bueno somos para cooperarle a nuestro prójimo cuando lo necesitan, sobre todo si estos “prójimos” se encuentran lo más lejos posible, de preferencia en otro continente; no sería más cuerdo empezar por casa, pero ¿que más vamos a pedirnos?
Ah, ya sé, debe ser que necesitamos cadena televisiva nacional. ¿Cómo no se me ocurrió antes? Necesitamos que la televisión nos muestre la realidad (o la parte que ellos quieren mostrarnos), como lo hacen durante la Teletón; restregarnos en la cara la miseria ajena funciona de maravillas. Más, ¿no creen que sería mejor ayudar por inventiva propia? Lamentablemente el gen altruista fue deleccionado del Homo chilensis.
Con todo esto, aún creo que tanta desidia es producto nada más ni nada menos que de la Flojera; pereza de levantar un dedo para no recibir nada a cambio. O ustedes creen que la mayoría de los empresarios cooperan por lo que ellos llaman “Sentido Social”. No, no, no, lo hacen para asegurarse minutos de publicidad gratis, que son bastante caros. Eso sí, debo hacer notar que existen excepciones, por ejemplo, todas aquellas corporaciones que de forma secreta hacen sus aportes, razón por la cual desconozco sus nombres, pero si existen, créanme ;-).
Seamos un poco como ellos, y aunque haga frío o “sueño” acudamos de forma desinteresada en ayuda de quienes hoy lo necesitan, porque recuerden, todos vivimos bajo este mismo nublado y caprichoso cielo, y nunca se sabe cuando este se dejará caer sobre nuestras cabezas.